«La única vez que los sondeos electorales lo
clavaron fue cuando ganaron los socialistas en el 82. Y fue porque los hicieron
estadísticos»
María
Ángeles Gil Álvarez. Catedrática de Estadística e Investigación Operativa.
Detesta corregir
exámenes, pero le apasionan la docencia y la investigación, a las que se ha
dedicado en cuerpo y alma desde que desembarcó en la Universidad de Oviedo en
1976. Por eso, María Ángeles Gil (Valladolid, 1953) recibirá el mes próximo la
Medalla de Plata del Principado. Y, para esta mujer puntera en el ámbito del
desarrollo matemático, es «un honor maravilloso, porque es de Asturias, y una
sorpresa preciosa que no esperaba ni remotamente, porque hay mucha gente en la
Universidad con muchos méritos. No es modestia ni falsa ni verdadera. Es
realismo», dice la catedrática del Departamento de Estadística e Investigación
Operativa y Didáctica de la Matemática, que, más que un galardón personal, lo
considera «un premio a todo un equipo, a una forma de hacer las cosas».
Compuesto por catorce personas, su grupo de investigación, uno de los más
jóvenes de la institución académica asturiana, consigue brillantes resultados
en los rankings internacionales.
-¿Por qué tienen tan
mala prensa las 'mates'?
-¿Nos las enseñan mal
ya desde el colegio?-Es verdad que tienen mala fama y que nos llegan a decir
algunos alumnos: «Si fueras profesora de otra materia, serías mucho más
popular». Creo que es porque, por un lado, el tipo de razonamiento matemático a
veces tiene ciertas dificultades para llegar a entenderlo. Y, luego, al que le
gustan le gustan mucho y al que no le gustan...
-Eso es una teoría,
pero nunca la he contrastado. Yo tuve la gran suerte de que me enseñaron buenas
Matemáticas en una escuela pública y, después, en un colegio que, hoy en día,
sería concertado.
-Aproveche para hacer
publicidad.
-Hay una prevención
de la gente contra las Matemáticas, pero son utilísimas. A veces, se ven como
muy estrictas, demasiado rígidas. La Estadística es un poco diferente porque
necesita muy poca rigidez, porque estás trabajando en un ambiente de
incertidumbre. Pero la Ciencia no habría avanzado como ha avanzado sin las
Matemáticas. Y, desde luego, tampoco sin la Estadística, que esconde todo un
mundo, porque en las situaciones de la vida real hay mucha incertidumbre.
Además, nosotros trabajamos con datos difusos. Y eso es lo más flexible. Ahora,
cuando se habla de 'Big Data', se habla de una variedad tan grande de datos que
una disciplina imprescindible para tratarlos es la Estadística, porque sabe
cómo reducirlos y clasificarlos. Es decir: analizarlos e interpretarlos.
-Y eso que dicen por
ahí que la Estadística siempre miente.
-Aunque digan que la
Estadística miente, todas las Ciencias confían en ella. Porque jamás miente. Lo
que miente puede ser o la recogida de datos, que se tomen con algún sesgo, o su
interpretación. A veces, por ignorancia y, a veces, por intereses espurios.
Pero, si se trata de un estudio científico, económico o médico, normalmente,
nunca vas a querer engañar. No te interesa. Luego no es la Estadística la que
miente.
-Esos mismos
intereses que influyen en los sondeos electorales.
-La única vez que lo
clavaron fue la primera vez que ganaron los socialistas, en el 82, cuando salió
Alfonso Guerra a presentar los resultados. ¿Por qué? Porque los hicieron
estadísticos. Sin querer enfadar a nadie, es a los estadísticos a quienes nos
corresponde su diseño, aunque, luego, la interpretación de los datos la hagan
otros profesionales como psicólogos, sociólogos, médicos, economistas.
«No somos obsesivos»
-¿Su vida son las
Matemáticas?
-No. Son una parte
importante, pero hay muchas más cosas que son mi vida. Mi vida es mi familia,
mi vida es andar por el monte, mi vida es la música, aunque nunca me haya
dedicado a ella. Todo eso me llena de felicidad. También me gusta mucho la
docencia. Y, sin duda, la investigación.
-Se lo pregunto
porque los matemáticos tienen fama de obsesivos.
-Sí. Y de que somos
cabezas cuadradas, muy poco flexibles. Pero, estadísticamente, los matemáticos
no somos obsesivos. Hay casos, pero como también habrá psicólogos o químicos
obsesivos. Pero sí tengo una teoría, que es que los matemáticos tendemos a ser
poco ambiciosos. Quizá porque muchos no nos quieren, porque nos ven raros.
-¿No es, por tanto,
de las que se sorprenden a sí mismas haciendo estadísticas en el día a día?
-Sí. No puedes
evitarlo. En cosinas cotidianas. Yo hay veces que me digo: «¡Uy! ¡Me acabo de
comportar como un estadístico bayesiano!». Porque los estadísticos bayesianos
utilizan toda la información previa que tienen y la ponen en forma de probabilidades.
Los médicos o los psicólogos, en el fondo, actúan muchas veces como
estadísticos bayesianos, sean conscientes o no. Porque, además de la
información que tienen del paciente, utilizan toda la información de
historiales previos.
«Ni mejores ni
peores»
-La iraní Maryam
Mirzakhani acaba de recibir la medalla Fields, el Nobel de las Matemáticas.
¿Usted ha tenido trabas extra por ser mujer?
-Nunca. Jamás. Ni el
más mínimo problema. No creo que ser mujer me haya favorecido, pero tampoco
perjudicado. Y tampoco somos menos mujeres. Al menos, en nuestro departamento.
Allí, somos cuatro catedráticos: dos mujeres y dos hombres. Y, si analizas el
grupo de investigación que coordino, hay una discriminación positiva: somos
muchas más mujeres.
-La idea generalizada
es que las mujeres son peores para los números que los hombres.
-No creo que seamos
ni mejores ni peores. Somos las personas las que somos mejores y peores. A lo
mejor, a algunas mujeres, lo que no nos gusta es determinado tipo de puestos.
Personalmente, yo no querría ser directora del departamento, decana o
vicerrectora... Ni remotamente.
-¿Cómo les afecta la
falta de fondos a la hora de investigar?
-Se ha notado mucho.
Y, además, a nosotros no se nos considera un área necesitada de recursos, como pueden
necesitar quienes requieren ineludiblemente compuestos de laboratorio o
elementos experimentales. Nuestro mayor coste, muchas veces, son los
intercambios científicos. Asistir a congresos o que la gente joven vaya de
estancias predoctorales. El ministerio ha recortado mucho las ayudas de
estancias breves para las becas FPU, que antes se concedían casi
automáticamente. Ahora, se conceden prácticamente una de cada tres solicitudes.
-¿Y el Principado?
-El Principado
recortó durante un tiempo, pero ahora mismo están muy bien. Hay gente que
prefiere las becas del Principado como becas predoctorales porque tienen muy
bien cubiertas las estancias breves.
-¿Le preocupa la fuga
de cerebros?
-Tengo dos sobrinos
que estudiaron Matemáticas y los dos están fuera, pero están muy contentos,
querían irse. Volverán cuando quieran venir. Eso es enriquecimiento. Lo triste
no es que alguien se vaya, sino que no pueda volver. Yo intento que la gente
que está haciendo la tesis con nosotros tenga estancias predoctorales y postdoctorales
en el extranjero, porque es lo mejor que pueden tener y es la forma de ayudar a
incorporar líneas nuevas.
-¿Ayudarán las
Matemáticas a salir de esta crisis?
-Ayudarán, pero
especialmente lo harán combinadas con otras muchas Ciencias. Somos una herramienta
utilísima, pero tampoco podemos creernos el ombligo del mundo.
-¿Llegará la fórmula
para explicar el Universo o la existencia de Dios?
-Yo tenía un
compañero de carrera brillante que decía que la Estadística es la formalización
de la ignorancia. Nosotros, como humanos, ignoramos. Si fuéramos Dios,
seguramente, en nuestra cabeza, no habría ninguna duda, no existiría el azar y
la Estadística no sería necesaria.
-¿Tienen salidas sus
estudiantes?
-Sin duda alguna.
Muchas